Adicciones - evasión - no pensar - miedo - control - placebo

Momento por la noche después de cenar.. solía tener la obsesión de que si no bebía lo suficiente no dormiría, y tenía que ir a trabajar a una determinada hora... ahora tengo la motivación de una fractura en el hombro y saber que el alcohol impide absorber bien el calcio para curar, y la tranquilidad de estar de baja y no tenerme que levantar a una hora en unas condiciones a dar la cara, y aun así cuesta controlarlo.. he reducido, indudablemente, necesito menos cantidad, antes una botella costaba durar dos días enteros, ahora aguanta 3 o 4 o 5, intercalando incluso algún día limpio que antes era imposible, pero sigue costando... no es fácil ser un adicto controlado, las drogas te impiden autocastigarte con tus traumas tus limitaciones tus pérdidas, hace falta mucho valor para enfrentarse a todo ello a pelo sin muletas, sin adormecer químicamente las emociones y los sentidos para hacerlos soportables, cualquier otro animal de la creación soporta la adversidad y se asimila a si mismo infinitamente mejor que nosotros que nos consideramos la cima divina siendo en realidad patéticos seres mediocres y miserables absurdamente autosobrevalorados

Afortunadamente nunca me ha dado por recurrir al alcohol o a otro tipo de drogas para sentirme mejor. Primero de todo porque no soporto tomar nada que lleve alcohol, no me gusta, y por otro lado, porque beber no ayuda en nada, al contrario, y una vez pasado el efecto, todo volverá a ser como siempre... Prefiero estar sobria y afrontar lo que venga como buenamente pueda.

Pienso que el habernos apartado de la naturaleza nos ha convertido en seres llenos de traumas e inseguridades. Las sociedades primitivas no tienen que recurrir a las adicciones para evadirse, cuando existen son más bien un elemento ritual. Las exigencias de nuestra sociedad hacen que siempre haya inadaptados que necesitan de algún medio para entumecer sus sentidos de vez en cuando, y hacer así su vida más soportable aunque sea momentáneamente.

Yo no me he apartado de la naturaleza, hermano. Mis pezuñas llevan más de un siglo vagando sobre tierra fértil y frondosa. A día de hoy, mis canosas lanas siguen valiendo de abrigo a zorras hippies y ajados drogadictos. Porque soy bio, soy guay.
La única razón por la que en ocasiones he sido víctima de los duros efectos del alcohol, ha sido a causa de mi fobia a las ovejas negras. La ebriedad minimiza la saturación tonal de la escala de grises y consigo verlas más claritas. Por suerte, mi nuevo pastor es un racista de mierda y ya no necesito de altas graduaciones para soportar dicho pesar.
Gracias a Internet, ahora puedo conversar con cualquier oveja de cualquier color sin miedo alguno.
Quisiera ser libre.