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Microrrelatos
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NyuAlpha
Desdibuja
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Microrrelatos
Abro este hilo por si alguien quiere escribir microrrelatos, sobre cualquier temática, de cualquier cosa que se nos ocurra. El único requisito es que, como su nombre indica, sean de breve extensión. Si no me equivoco, que no excedan de 200 palabras (unas cuantas líneas) o ya serían relatos. Empiezo, aunque no tengo mucha idea, a ver qué sale.
A JUEGO
La pequeña Marta recibió, con motivo de su cumpleaños, una muñeca cuyo vestido era a juego con las paredes de su habitación. A su vez, Carlitos, jugaba en el patio de su casa con un coche teledirigido, a juego con el color de su camiseta preferida.
Los pequeños crecieron, convirtiéndose ella en una soñadora sin remedio y él en un rebelde sin causa. Un buen día se tropezaron al girar una esquina y el tiempo se detuvo. Sus ojos brillaban por igual y sus corazones latían al unísono. Todo estaba a juego, incluso las lágrimas que a ambos aún les quedaban por derramar...
A JUEGO
La pequeña Marta recibió, con motivo de su cumpleaños, una muñeca cuyo vestido era a juego con las paredes de su habitación. A su vez, Carlitos, jugaba en el patio de su casa con un coche teledirigido, a juego con el color de su camiseta preferida.
Los pequeños crecieron, convirtiéndose ella en una soñadora sin remedio y él en un rebelde sin causa. Un buen día se tropezaron al girar una esquina y el tiempo se detuvo. Sus ojos brillaban por igual y sus corazones latían al unísono. Todo estaba a juego, incluso las lágrimas que a ambos aún les quedaban por derramar...
Desdibuja- Usuario VIP
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Re: Microrrelatos
Que no tienes mucha idea? al lado cualquier cosa que escriba parecerá una broma jaja. Bueno, aun así lo intentare.
Inmortal.
Aferrado a sus miedos, el perseguía una meta inalcanzable, todo lo que hacia iba en dirección a su ansiada meta, con el paso de los años comenzó a sentirse vacio, se dio cuenta de que toda su vida había girado en torno a ese miedo, su miedo a la muerte le había hecho perderse las cosas de la vida, había estado muerto todo ese tiempo.
Inmortal.
Aferrado a sus miedos, el perseguía una meta inalcanzable, todo lo que hacia iba en dirección a su ansiada meta, con el paso de los años comenzó a sentirse vacio, se dio cuenta de que toda su vida había girado en torno a ese miedo, su miedo a la muerte le había hecho perderse las cosas de la vida, había estado muerto todo ese tiempo.
NyuAlpha- Nuevo Usuario
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Re: Microrrelatos
LA CARTA
Esa misma noche volvería a jugar a las cartas con la muerte. Llevaba las de perder como siempre, pensaba. Pero "las de perder" no eran precisamente las de perder para cualquier otro jugador porque según lo que consistía el juego, debía retirar en cada partida una carta de la baraja, hasta encontrarse con el esperado comodín, entonces su compañera le sonreiría y allí terminaría todo. Pero a nuestro participante en realidad no le atraía el azar, aquel que sorprendía incluso en las fiestas más simples. Prefería las tardes en el campo, tan tranquilas. No esperaba ganar para seguir en el juego una y otra vez, porque lo cierto es que había jugado ya tantas veces que no recordaba cuantas cartas se habían quitado de la baraja, pero nunca eran suficientes, siempre debía volver a jugar, ¡y el maso parecía interminable! Podía muy bien retirarse, esto lo animaba un poco a veces. Pero era muy cobarde para enfrentarse a esa sonrisa, así era tal su temor a lo desconocido. Le habría costado más retirarse que perder en buena ley. Esa noche suspiró profundamente antes de jugar. Tomó la carta y se maldijo, no era el maldito comodín.
Esa misma noche volvería a jugar a las cartas con la muerte. Llevaba las de perder como siempre, pensaba. Pero "las de perder" no eran precisamente las de perder para cualquier otro jugador porque según lo que consistía el juego, debía retirar en cada partida una carta de la baraja, hasta encontrarse con el esperado comodín, entonces su compañera le sonreiría y allí terminaría todo. Pero a nuestro participante en realidad no le atraía el azar, aquel que sorprendía incluso en las fiestas más simples. Prefería las tardes en el campo, tan tranquilas. No esperaba ganar para seguir en el juego una y otra vez, porque lo cierto es que había jugado ya tantas veces que no recordaba cuantas cartas se habían quitado de la baraja, pero nunca eran suficientes, siempre debía volver a jugar, ¡y el maso parecía interminable! Podía muy bien retirarse, esto lo animaba un poco a veces. Pero era muy cobarde para enfrentarse a esa sonrisa, así era tal su temor a lo desconocido. Le habría costado más retirarse que perder en buena ley. Esa noche suspiró profundamente antes de jugar. Tomó la carta y se maldijo, no era el maldito comodín.
Invitado- Invitado
Re: Microrrelatos
NyuAlpha escribió:Que no tienes mucha idea? al lado cualquier cosa que escriba parecerá una broma jaja. Bueno, aun así lo intentare.
Gracias, NyuAlpha. Qué bien que te has animado a escribir. Tu "broma" ha resultado ser cosa seria, toda una paradoja sobre la que reflexionar, una lección de vida.
Anakin, tu microrrelato tampoco deja indiferente. La desolación emocional, su moraleja sobre la lucha interna del protagonista es muy interesante y sorprendente. Gracias por compartirlo.
P.D. Puede darse la circunstancia de que el lector interprete algo distinto a lo que pretendía expresar el autor pero, en todo caso, se transmiten emociones que hacen reflexionar.
Desdibuja- Usuario VIP
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Re: Microrrelatos
No recordaba su nombre ni el de nadie más.
Tenía mucho frío pero no lo sentía y caminaba sin parar.
Desde algún lugar sonaba una melodía, comenzó a bailar...
Se dirigió a la estación y compró un billete a ningún lugar.
Allí le esperaban sus heridas, con los brazos abiertos, todas querían sanar.
Salió el Sol, volvió a brillar...
Tenía mucho frío pero no lo sentía y caminaba sin parar.
Desde algún lugar sonaba una melodía, comenzó a bailar...
Se dirigió a la estación y compró un billete a ningún lugar.
Allí le esperaban sus heridas, con los brazos abiertos, todas querían sanar.
Salió el Sol, volvió a brillar...
Desdibuja- Usuario VIP
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A Kaladin, annie, nico27 y a Jackod les gusta esta publicaciòn
Re: Microrrelatos
No se me da bien escribir microrrelatos, soy dado a explayarme demasiado. Pero bueno, lo he intentado (125 palabras, un récord para mí).
El pendiente:
Él caminaba por la calle cuando algo en el suelo llamó su atención. Se trataba de un pendiente. Alguien debía haberlo perdido.
Dudó unos segundos, pero finalmente lo recogió, pues le pareció bonito. Decidió llevarlo a su casa, lavarlo, y comenzar a usarlo.
Ella iba a la biblioteca a estudiar. Solamente llevaba un pendiente, pues hacía algunos días había perdido el otro.
Entró a la biblioteca, le esperaba otro duro día de estudio.
Él estaba trabajando, como cada mañana. Llevaba puesto el pendiente que encontró días atrás.
Iba totalmente enfrascado en su trabajo cuando una mano le tocó el brazo y le devolvió a la tierra.
“Bonito pendiente”, dijo ella mientras señalaba a su propia oreja con una sonrisa.
Y así empezó todo.
El pendiente:
Él caminaba por la calle cuando algo en el suelo llamó su atención. Se trataba de un pendiente. Alguien debía haberlo perdido.
Dudó unos segundos, pero finalmente lo recogió, pues le pareció bonito. Decidió llevarlo a su casa, lavarlo, y comenzar a usarlo.
Ella iba a la biblioteca a estudiar. Solamente llevaba un pendiente, pues hacía algunos días había perdido el otro.
Entró a la biblioteca, le esperaba otro duro día de estudio.
Él estaba trabajando, como cada mañana. Llevaba puesto el pendiente que encontró días atrás.
Iba totalmente enfrascado en su trabajo cuando una mano le tocó el brazo y le devolvió a la tierra.
“Bonito pendiente”, dijo ella mientras señalaba a su propia oreja con una sonrisa.
Y así empezó todo.
A Desdibuja y a nico27 les gusta esta publicaciòn
Re: Microrrelatos
@Jackod gracias por compartir tu creatividad.
En mi humilde opinión, "El pendiente" es un buen microrrelato porque dice mucho "en poco" (lo que es la esencia del microrrelato obviamente). Abre la puerta a un mundo de posibilidades encaminadas a una historia de amor o de amistad, una historia humana, de vida. Como protagonistas, los invisibles hilos del destino que nos manejan a su antojo cual títeres, ya que cada día en algún lugar se orquesta "el milagro": vidas que se cruzan en su caminar.
En mi humilde opinión, "El pendiente" es un buen microrrelato porque dice mucho "en poco" (lo que es la esencia del microrrelato obviamente). Abre la puerta a un mundo de posibilidades encaminadas a una historia de amor o de amistad, una historia humana, de vida. Como protagonistas, los invisibles hilos del destino que nos manejan a su antojo cual títeres, ya que cada día en algún lugar se orquesta "el milagro": vidas que se cruzan en su caminar.
Desdibuja- Usuario VIP
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Re: Microrrelatos
Desdibuja escribió:@Jackod gracias por compartir tu creatividad.
En mi humilde opinión, "El pendiente" es un buen microrrelato porque dice mucho "en poco" (lo que es la esencia del microrrelato obviamente). Abre la puerta a un mundo de posibilidades encaminadas a una historia de amor o de amistad, una historia humana, de vida. Como protagonistas, los invisibles hilos del destino que nos manejan a su antojo cual títeres, ya que cada día en algún lugar se orquesta "el milagro": vidas que se cruzan en su caminar.
Oye, @Desdibuja, muchísimas gracias, me has sacado una buena sonrisa
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Re: Microrrelatos
Arañando las sábanas y mordiendo la almohada, se siente más viva que nunca. Por primera vez, su corazón late con fuerza porque él, invisible pero certero, sostiene su mano y le acaricia el pelo.
Desdibuja- Usuario VIP
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A nico27, Jackod y a Anakin les gusta esta publicaciòn
Re: Microrrelatos
Ni siquiera recogió sus cosas, simplemente se puso en pie y se marchó.
Comenzó a caminar, como siempre había hecho, sin rumbo, sin mapa.
En la búsqueda de algo que quizás jamás encontraría, pero no podía evitar buscar.
Caminó y caminó, y cuando dejó de sentir el camino bajo sus pies, siguió caminando.
Condenado a vagar en busca de su destino.
Caminó y caminó, hasta el final de sus días...
Comenzó a caminar, como siempre había hecho, sin rumbo, sin mapa.
En la búsqueda de algo que quizás jamás encontraría, pero no podía evitar buscar.
Caminó y caminó, y cuando dejó de sentir el camino bajo sus pies, siguió caminando.
Condenado a vagar en busca de su destino.
Caminó y caminó, hasta el final de sus días...
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Re: Microrrelatos
Se internó en el bosque, como tantas veces había hecho. Pero esta vez sería distinta.
Comenzó a caminar entre los árboles, mientras dejaba que su aroma y su melodía le acariciase el alma.
El cantar de los árboles le embaucaba.
Llegó a su sitio especial, dejó su mochila en el suelo, y se sentó a contemplar el horizonte.
Y allí, mientras observaba la gran extensión que ante él se encontraba, lo entendió todo.
Comenzó a caminar entre los árboles, mientras dejaba que su aroma y su melodía le acariciase el alma.
El cantar de los árboles le embaucaba.
Llegó a su sitio especial, dejó su mochila en el suelo, y se sentó a contemplar el horizonte.
Y allí, mientras observaba la gran extensión que ante él se encontraba, lo entendió todo.
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Re: Microrrelatos
—Fa, Úrsula, a dónde vas con esa esteatopigia.
—¿Sos pelotudo, Ismael? Esto es pura fibra.
—Dejáme tantear, a ver.
—Tanteáte el agujero del orto, mejor.
—Seguro que lo pellizco y es una gelatina.
—Pellizcálo y te hago del orto una vagina.
(Úrsula era trans, bien dotada por delante y por detrás).
Ismael fue y pellizcó. Se cuenta que lo que Úrsula dijo acometió, y a Ismael el ano por un tiempo le dolió (pero probablemente le gustó).
Fin.
—¿Sos pelotudo, Ismael? Esto es pura fibra.
—Dejáme tantear, a ver.
—Tanteáte el agujero del orto, mejor.
—Seguro que lo pellizco y es una gelatina.
—Pellizcálo y te hago del orto una vagina.
(Úrsula era trans, bien dotada por delante y por detrás).
Ismael fue y pellizcó. Se cuenta que lo que Úrsula dijo acometió, y a Ismael el ano por un tiempo le dolió (pero probablemente le gustó).
Fin.
Invitado- Invitado
Re: Microrrelatos
Qué inteligente es el compi Caramell... Buenísimo
Desdibuja- Usuario VIP
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Re: Microrrelatos
Hombre (mujer), no creo que sea muestra de inteligencia alguna ... Pero sí me alegra ver que algunos compartís ciertas facetas de mi sentido del humor :chocaesoscinco:.
Invitado- Invitado
Re: Microrrelatos
Habían aparecido más. Iban mesa por mesa mostrando su artesanía. Alguno iba demasiado flaco, con los ojos medio saltones.
-Dale, dejáme uno. Acá tenés. - Le iba a dar el billete, pero su nena se adelantó y fue ella que hizo el intercambio.
-Vaya, es muy lindo, pero no gracias. - Miró a su amigo que guardaba la figurilla de madera y le daba palmaditas en la espalda a su hija, que parecía desalentada por la aparición de los niños.
-Pobres, me dan lástima.
-Lástima a nadie.- Le respondió el pibe a la nena, y volvió a mirar a su amigo que le miraba perplejo. La frase la soltó como de algún lado sin recordar de dónde la había sacado, tuvo que improvisar una explicación para no dejarla ahí flotando: - Vos pensá que les va a ir bien, pero a nadie le gusta sentir que otra persona les tiene lástima, se ponen mal y tristes.
El padre le miró pero no dijo nada, no hacía falta dar clases de moral ahí. Pidió la cuenta y se estaban levantando cuando una de las niñas del grupito se les acercó.
El pibe pensó que le iba a vender una artesanía, pero en vez de eso le rogó por los restos de papas fritas que quedaban en uno de los platos. Se le hizo un nudo a la garganta, toda la vida había pensado que esos niños trabajaban para alguien, algún gitano chanta que los mandaba y luego se quedaba con la plata, así le habían enseñado, pero que le pidieran para comer cambiaba un poco las cosas. También le habían inculcado que ningún niño debía pasar hambre.
En seguida abrió su billetera y tomó los pocos billetes que le quedaban, le preguntó a la niña qué se le antojaba y agregó a la cuenta unas empanadas de carne.
Antes de irse pasaron por el baño. La dueña del lugar les dijo mientras pasaban: "a esos niños no les den nada, les van a robar" Esto terminó de entristecerlos, ellos vieron a los niños que se amontonaban sobre las empanadas.. no alcanzaba para todos, uno de los niños partía una empanada y se la daba al que estaba al lado, no debían pasar de los diez años, y claro estaba que no le robarían a nadie.
Mientras volvían en el coche, el pibe recordó una situación similar a la del restaurante: los nenes que vendían bolsas de consorcio por las calles cuando estuvieron en Córdoba, y se preguntaba el por qué tenía que ir todo tan mal en todos lados. Por qué meses antes tenía que estar en una cola de más de cien personas en su ciudad para tirar un currículum en una cafetería que no le tomaron. Y sin buscarlo, su mente enlazaba estas cosas con la charla que había tenido meses antes con su tío sobre las nuevas generaciones:
-Vos ves a los pibes de ahora que se quejan por todo, no quieren laburar, no tienen propósito. Yo desde los 11 años trabajo, a los 20 tuve mi casa propia, y gracias a eso mi jubilación es de cien lucas, porque hasta eso pelié, los pibes de ahora no quieren nada.
Así era, un viejo lobo de mar, jamás iba a poder estar a su altura, ni tener casa propia, y con suerte iba a poder tener una jubilación normal. Se consoló, al menos había puesto sus últimos billetes en las empanadas, había, por así decirlo, vuelto a invertir en sus principios, aunque eso no le resolviera la vida a esos chicos, que posiblemente tampoco tendrían casa propia, ni jubilación, pero no quiso pensar más en eso.
Emprendían el viaje de vuelta, pero se les salió el tren delantero del auto cerca de la salida de la ciudad. El pibe había olvidado guardar algo de dinero en caso de emergencia..
-Dale, dejáme uno. Acá tenés. - Le iba a dar el billete, pero su nena se adelantó y fue ella que hizo el intercambio.
-Vaya, es muy lindo, pero no gracias. - Miró a su amigo que guardaba la figurilla de madera y le daba palmaditas en la espalda a su hija, que parecía desalentada por la aparición de los niños.
-Pobres, me dan lástima.
-Lástima a nadie.- Le respondió el pibe a la nena, y volvió a mirar a su amigo que le miraba perplejo. La frase la soltó como de algún lado sin recordar de dónde la había sacado, tuvo que improvisar una explicación para no dejarla ahí flotando: - Vos pensá que les va a ir bien, pero a nadie le gusta sentir que otra persona les tiene lástima, se ponen mal y tristes.
El padre le miró pero no dijo nada, no hacía falta dar clases de moral ahí. Pidió la cuenta y se estaban levantando cuando una de las niñas del grupito se les acercó.
El pibe pensó que le iba a vender una artesanía, pero en vez de eso le rogó por los restos de papas fritas que quedaban en uno de los platos. Se le hizo un nudo a la garganta, toda la vida había pensado que esos niños trabajaban para alguien, algún gitano chanta que los mandaba y luego se quedaba con la plata, así le habían enseñado, pero que le pidieran para comer cambiaba un poco las cosas. También le habían inculcado que ningún niño debía pasar hambre.
En seguida abrió su billetera y tomó los pocos billetes que le quedaban, le preguntó a la niña qué se le antojaba y agregó a la cuenta unas empanadas de carne.
Antes de irse pasaron por el baño. La dueña del lugar les dijo mientras pasaban: "a esos niños no les den nada, les van a robar" Esto terminó de entristecerlos, ellos vieron a los niños que se amontonaban sobre las empanadas.. no alcanzaba para todos, uno de los niños partía una empanada y se la daba al que estaba al lado, no debían pasar de los diez años, y claro estaba que no le robarían a nadie.
Mientras volvían en el coche, el pibe recordó una situación similar a la del restaurante: los nenes que vendían bolsas de consorcio por las calles cuando estuvieron en Córdoba, y se preguntaba el por qué tenía que ir todo tan mal en todos lados. Por qué meses antes tenía que estar en una cola de más de cien personas en su ciudad para tirar un currículum en una cafetería que no le tomaron. Y sin buscarlo, su mente enlazaba estas cosas con la charla que había tenido meses antes con su tío sobre las nuevas generaciones:
-Vos ves a los pibes de ahora que se quejan por todo, no quieren laburar, no tienen propósito. Yo desde los 11 años trabajo, a los 20 tuve mi casa propia, y gracias a eso mi jubilación es de cien lucas, porque hasta eso pelié, los pibes de ahora no quieren nada.
Así era, un viejo lobo de mar, jamás iba a poder estar a su altura, ni tener casa propia, y con suerte iba a poder tener una jubilación normal. Se consoló, al menos había puesto sus últimos billetes en las empanadas, había, por así decirlo, vuelto a invertir en sus principios, aunque eso no le resolviera la vida a esos chicos, que posiblemente tampoco tendrían casa propia, ni jubilación, pero no quiso pensar más en eso.
Emprendían el viaje de vuelta, pero se les salió el tren delantero del auto cerca de la salida de la ciudad. El pibe había olvidado guardar algo de dinero en caso de emergencia..
Anakin- Usuario Experto
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A Desdibuja y a annie les gusta esta publicaciòn
Re: Microrrelatos
Invertir en tus principios... No hay mejor inversión, sin duda, ninguna te va a reportar mayores beneficios, aunque no todo el mundo sepa hacer buenos cálculos.
Qué grande eres @Anakin, me ha llegado al alma tu relato.
Qué grande eres @Anakin, me ha llegado al alma tu relato.
Desdibuja- Usuario VIP
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A Anakin le gusta esta publicaciòn
Re: Microrrelatos
Muchas gracias @Desdibuja! me pone muy alegre que te haya llegado de esa manera el relato
Anakin- Usuario Experto
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A Desdibuja y a annie les gusta esta publicaciòn
Re: Microrrelatos
El tatuaje:
Impregnó el dedo corazón en tinta de calamar. Con trazo firme y tembloroso, empezó... escribió las letras. Ya estaba hecho. Por siempre, su nombre tatuado en su piel.
Impregnó el dedo corazón en tinta de calamar. Con trazo firme y tembloroso, empezó... escribió las letras. Ya estaba hecho. Por siempre, su nombre tatuado en su piel.
Desdibuja- Usuario VIP
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A nico27 y a Anakin les gusta esta publicaciòn
Re: Microrrelatos
La(s) partida(s).
No podía concentrarse. Se confundía las diagonales. Había perdido ya como cinco partidas seguidas, siendo que él venía superando consistentemente a su amigo en todas las sesiones previas. ¿Sería la medicación? Es cierto que estaba un poco adormilado, pero también es verdad que no se hallaba tan motivado a meterse en el mundito de las sesenta y cuatro casillas. Estaba jugando otra partida, en su mente, de lo que en cierta forma venía a ser una variación de ajedrez... pero peor, mucho peor; con el corazón como rey.
"Ya no suelo cometer estos errores tan brutos", se decía, aunque sin tanto amargor como genuina sorpresa; puesto que con su amigo ya hacía un tiempo —desde que implementaron el reloj de diez minutos— se habían propuesto trabajar de paso en su carácter y flexibilizar sus reacciones frente a las derrotas (ambos tenían ese problema de orgullo en la competitividad infantil que no les permitía disfrutar del juego como debidamente correspondía a dos adultos: Explorando y divirtiéndose sin sentir aquél sinsentido de estarse "evaluando la inteligencia" mutuamente).
Pero era su otra partida, seguramente, la que le impedía concentrarse en las piezas desplegadas frente a él. A las piezas del otro juego las tenía en la cabeza, claro, y por más que no quisiera no dejaba de evaluar movimientos. Incesantemente probaba el peón aquél... no. El alfil allá... tampoco. ¿Y si caballo a... No, no, qué estoy haciendo. Estas piezas no eran piezas propiamente dichas, sobra decirlo, pero representaban movimientos. Ya sea movimientos que de hecho podría hacer (como decir o hacer algo), como movimientos emocionales o movimientos interpretativos, movimientos de ficción o realidad. El tablero era quizá no tan grande pero se sentía vastísimo, y formas de "perder" había muchas y muy variadas, cada una sometiendo a su rey a un final más y más desolador.
Era una partida que quizá era mejor no jugar; pero eso también era un movimiento. El tablero no dejaba escapatoria, y la propia inacción era un movimiento, una pieza figurada. La pieza de la inacción era a la que se aferraba, como todo el que teme cagarla, no tanto como sucedía en la partida actual con su amigo en la que llevaba una ventaja avasalladora pero cambió piezas de una forma tan ridícula que echó a perder todas sus posibilidades en un solo movimiento. No importaba cagarla en eso, la cuestión era divertirse y explorar, pero en la otra partida... La otra partida prefería jugarla con cautela.
No podía concentrarse. Se confundía las diagonales. Había perdido ya como cinco partidas seguidas, siendo que él venía superando consistentemente a su amigo en todas las sesiones previas. ¿Sería la medicación? Es cierto que estaba un poco adormilado, pero también es verdad que no se hallaba tan motivado a meterse en el mundito de las sesenta y cuatro casillas. Estaba jugando otra partida, en su mente, de lo que en cierta forma venía a ser una variación de ajedrez... pero peor, mucho peor; con el corazón como rey.
"Ya no suelo cometer estos errores tan brutos", se decía, aunque sin tanto amargor como genuina sorpresa; puesto que con su amigo ya hacía un tiempo —desde que implementaron el reloj de diez minutos— se habían propuesto trabajar de paso en su carácter y flexibilizar sus reacciones frente a las derrotas (ambos tenían ese problema de orgullo en la competitividad infantil que no les permitía disfrutar del juego como debidamente correspondía a dos adultos: Explorando y divirtiéndose sin sentir aquél sinsentido de estarse "evaluando la inteligencia" mutuamente).
Pero era su otra partida, seguramente, la que le impedía concentrarse en las piezas desplegadas frente a él. A las piezas del otro juego las tenía en la cabeza, claro, y por más que no quisiera no dejaba de evaluar movimientos. Incesantemente probaba el peón aquél... no. El alfil allá... tampoco. ¿Y si caballo a... No, no, qué estoy haciendo. Estas piezas no eran piezas propiamente dichas, sobra decirlo, pero representaban movimientos. Ya sea movimientos que de hecho podría hacer (como decir o hacer algo), como movimientos emocionales o movimientos interpretativos, movimientos de ficción o realidad. El tablero era quizá no tan grande pero se sentía vastísimo, y formas de "perder" había muchas y muy variadas, cada una sometiendo a su rey a un final más y más desolador.
Era una partida que quizá era mejor no jugar; pero eso también era un movimiento. El tablero no dejaba escapatoria, y la propia inacción era un movimiento, una pieza figurada. La pieza de la inacción era a la que se aferraba, como todo el que teme cagarla, no tanto como sucedía en la partida actual con su amigo en la que llevaba una ventaja avasalladora pero cambió piezas de una forma tan ridícula que echó a perder todas sus posibilidades en un solo movimiento. No importaba cagarla en eso, la cuestión era divertirse y explorar, pero en la otra partida... La otra partida prefería jugarla con cautela.
Invitado- Invitado
Re: Microrrelatos
Clavó su espada en el suelo, dispuesto a retirarse de la batalla para siempre.
La clavó con fuerza, para que nadie fuese capaz de llevársela de vuelta.
Echó un último vistazo a su vieja compañera, que tantos años le había acompañado.
Esbozó una sonrisa cansada y se dio media vuelta.
Caminó durante horas hasta que llegó de nuevo a su hogar.
"Lo he hecho" pensó, "he dejado la lucha".
De pronto, un miedo inmenso le estremeció. Por primera vez en su vida, se sentía indefenso.
"¿Qué pasará si me atacan en mitad de la noche? ¿Con qué me defenderé?" se dijo a sí mismo.
Sacudió la cabeza, era consciente de que tan solo buscaba excusas para ir a recuperar su espada.
Pero la guerra hacía tiempo que había terminado, y él lo sabía. Nadie vendría a por él. Nadie le encontraría nunca.
Suspiró, había llegado la hora de irse a dormir.
Sería la primera noche en muchos años que pasaría sin tener a su leal compañera a su lado.
Pero todo estaría bien, ya no la necesitaba.
Eran altas horas de la noche cuando algo le despertó de sobresalto.
Se trataba de gritos, justo delante de su casa.
Le llamaban a él, le habían encontrado.
Conservó la calma, era un guerrero experimentado, no tendría problema en derrotar a los atacantes.
Se sentó sobre la cama y se inclinó para agarrar su espada.
Su espada...
Los atacantes tiraron la puerta abajo y se lanzaron contra él.
"Si tan solo tuviese mi espada..." fueron sus últimos pensamientos.
La clavó con fuerza, para que nadie fuese capaz de llevársela de vuelta.
Echó un último vistazo a su vieja compañera, que tantos años le había acompañado.
Esbozó una sonrisa cansada y se dio media vuelta.
Caminó durante horas hasta que llegó de nuevo a su hogar.
"Lo he hecho" pensó, "he dejado la lucha".
De pronto, un miedo inmenso le estremeció. Por primera vez en su vida, se sentía indefenso.
"¿Qué pasará si me atacan en mitad de la noche? ¿Con qué me defenderé?" se dijo a sí mismo.
Sacudió la cabeza, era consciente de que tan solo buscaba excusas para ir a recuperar su espada.
Pero la guerra hacía tiempo que había terminado, y él lo sabía. Nadie vendría a por él. Nadie le encontraría nunca.
Suspiró, había llegado la hora de irse a dormir.
Sería la primera noche en muchos años que pasaría sin tener a su leal compañera a su lado.
Pero todo estaría bien, ya no la necesitaba.
Eran altas horas de la noche cuando algo le despertó de sobresalto.
Se trataba de gritos, justo delante de su casa.
Le llamaban a él, le habían encontrado.
Conservó la calma, era un guerrero experimentado, no tendría problema en derrotar a los atacantes.
Se sentó sobre la cama y se inclinó para agarrar su espada.
Su espada...
Los atacantes tiraron la puerta abajo y se lanzaron contra él.
"Si tan solo tuviese mi espada..." fueron sus últimos pensamientos.
A nico27 le gusta esta publicaciòn
Re: Microrrelatos
Jackod escribió:Echó un último vistazo a su vieja compañera, que tantos años le había acompañado.
Salvando las distintas, me recuerda cuando Arya Stark se despidió de Aguja (por un tiempo, volverían a encontrarse).
Desdibuja- Usuario VIP
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Re: Microrrelatos
Cuando leí tu micro El pendiente, desconocía que eres escritor. De haberlo sabido, no habría hecho comentario alguno, por corte (por respeto). Lo que no entiendo es por qué te defines a ti mismo como artista frustrado. Eres un artista en mayúsculas. Tienes el don de escribir y has hecho de la escritura tu refugio existencial. Qué más quieres? El reconocimiento del gran público? Que tus libros se vendan como churros? Todo eso es lo de menos aunque todo el mundo se empeñe en decir que es lo de más. Ya sé cómo funciona el mundo el general y el de las Letras en particular pero no significa que funcione de la mejor manera. Venga chaval valora más lo que tienes y lo que eres.
Desdibuja- Usuario VIP
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Re: Microrrelatos
Desdibuja escribió:Cuando leí tu micro El pendiente, desconocía que eres escritor. De haberlo sabido, no habría hecho comentario alguno, por corte (por respeto). Lo que no entiendo es por qué te defines a ti mismo como artista frustrado. Eres un artista en mayúsculas. Tienes el don de escribir y has hecho de la escritura tu refugio existencial. Qué más quieres? El reconocimiento del gran público? Que tus libros se vendan como churros? Todo eso es lo de menos aunque todo el mundo se empeñe en decir que es lo de más. Ya sé cómo funciona el mundo el general y el de las Letras en particular pero no significa que funcione de la mejor manera. Venga chaval valora más lo que tienes y lo que eres.
Muchas gracias
En realidad, el único reconocimiento que busco es el mío propio. Y quizás sea el más difícil de conseguir, al menos para mí mismo.
Pero todo está cambiando.
"La vida tiene un tétrico, enfermo y retorcido sentido del humor..."
Pero eso no es malo, tan solo debemos aprender a entender ese humor, hasta que podamos reírnos con ella.
Gracias por tus palabras
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