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Renacimiento
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Renacimiento
No sé muy bien por qué abro este tema, ni si está en el apartado correcto, pero aquí va.
Un pequeño trozo de mi historia, un pequeño retazo de mi alma.
Aún recuerdo, grabado en mi mente y en mi alma, aquella noche.
Si me concentro, todavía puedo sentir aquel dolor tan inmenso.
Fue el principio del fin, y el inicio de algo nuevo.
Todavía puedo recordar la noche que morí y renací.
En aquella época, la vida me había dado muchos, muchos palos. Uno tras otro, sin descanso.
Recuerdo las palabras de mi amigo, todavía resuenan en mi mente: "me preocupas. Creo que estás a una desgracia de perder la cabeza".
Y ocurrieron más desgracias, pero conservé mi cabeza durante unos años más.
Pero, aquella noche...
Hacía poco que había muerto mi abuelo, una de las personas a las que más he querido y querré en esta vida.
Para colmo, estaba atravesando una época dura en todos los ámbitos.
A día de hoy lo recuerdo, y no sé cómo diablos aguanté tantas cosas.
Y entonces, llegó aquella noche...
No entraré en muchos detalles, pero viví una situación crítica.
Y tuve que elegir.
¿Terminaría con todo de una vez por todas? O... ¿Cambiaría mi vida para siempre?
Estoy escribiendo esto, así que, la decisión que tomé es obvia.
Si soy sincero, no sé cómo pude salir de aquello. Recuerdo esa época un tanto borrosa. El dolor era de tal magnitud, que ni siquiera podía sentir otra cosa.
Solo dolor.
No mentiré, no fue la primera vez que pasé por un momento crítico como aquel, pero sí fue el decisivo.
A decir verdad, los primeros 23 años de mi vida se pueden resumir en eso: dolor.
He sentido tanto dolor que pensé que iba a volverme loco. Sentí que mi cuerpo estallaría en cualquier momento.
He sentido tanto dolor que pensé que moriría.
Entonces comencé a cambiar mi vida, poco a poco.
Destruí mis cimientos, me destruí a mí mismo.
Debía hacerlo, debía comenzar a construirme desde una nueva base.
¡Debía morir para renacer!
Y así lo hice.
Me costó... Los Dioses saben que me costó.
Pero lo hice, salí de aquel pozo en el que me encontraba.
Muchas, muchísimas veces pensé que no iba a logarlo. Pensé que estaba destinado a caer, y que, entonces, mi vida llegaría a su fin.
Lo aposté todo.
Me dije a mí mismo "Jackod, o das este salto, o terminas con todo. Pero no puedes quedarte quieto. No puedes perder más tiempo."
Y salté.
Una, dos, tres veces.
Me caí, me partí las piernas, me partí los dientes. Pero me volví a levantar.
Una, dos, tres veces.
Y poco a poco todo cambió. Todo mejoró.
Me empecé a sentir mejor conmigo mismo, y empecé a ver la vida de otro color.
Sí, seguía estando triste, seguía teniendo a la oscuridad en lo más hondo de mi ser.
Pero, por primera vez en toda mi vida, vi la luz.
Fue ahí cuando supe que esta existe, que está ahí.
Aquella noche todo cambió.
Pero entonces, la Oscuridad volvió a mí.
Logré alcanzar todos los objetivos que me propuse.
Y me di cuenta de que, en realidad, seguía perdido.
Todo el esfuerzo que había realizado aquellos años, desde aquella noche, empezaban a caer por su propio peso.
¿De qué me servía todo, si yo me seguía sintiendo miserable?
¡¿Para qué iba a esforzarme, si todo volvía a ser oscuro y frío?!
Y volví a retomar un mal hábito.
Y volví a comenzar a arrastrar conmigo a quienes me querían.
Pero no podía seguir así. No otra vez.
Comencé a luchar de nuevo, ni siquiera sabía contra qué luchaba.
Solo sabía que era una guerra que llevaba más de dos décadas activa, y que no me daría por vencido.
¡Si había llegado hasta ahí, nada me detendría!
Saqué fuerzas, no sé de dónde, y seguí adelante.
Y volví a caer. Una, dos, tres veces.
Pero, ¿adivináis? Sí.
Entonces llegaron los peores años de mi vida.
Años en los que, sin duda, estuve a punto de tirar la toalla más de una vez.
Pero no lo hice, continué luchando.
Contra todo, contra mí mismo.
Para aquel entonces, ya me refugiaba en la escritura para mantener mi cordura.
Era la única forma que tenía para no volverme loco, para mantenerme firme en este mundo.
Desde entonces, solo paré de escribir durante un periodo de tiempo del que no viene al caso hablar.
La cosa e que continué luchando.
Rompí con todo.
Siempre adelante, siempre caminando.
Hoy miro con cierta melancolía al pasado.
Me entristece recordar según qué cosas, y de otras, me avergüenzo.
Pero, todo lo que hice, absolutamente todo, fue para poder seguir caminando.
Ahora mismo, me encuentro en otra etapa muy oscura de mi vida, en la que, por mucho que me disguste, me va a costar bastante salir.
El dolor vuelve a estar aquí, en realidad, nunca se ha ido.
Pero yo sigo adelante, siempre, pase lo que pase.
Sí, lo admito, he pensado en tirar la toalla muchas, muchísimas veces.
Incluso he estado a punto de ello. Demasiado cerca.
Y aquí sigo, pese a todo.
Caminando, sin rumbo, sin mapa.
Simplemente, caminando.
Me acabo de dar cuenta de por qué lo recuerdo tan bien.
Porque me encuentro en una situación similar.
En la misma casa.
Con los mismos hábitos.
Con los mismos miedos.
Pero... ¡Yo no soy el mismo!
Y por ello, lucharé.
Seguiré caminando, por duro que sea el camino.
Caminaré, aun cuando no sienta las piernas.
Me arrastraré si es preciso.
Pero seguiré luchando.
No sé si alguien habrá llegado hasta aquí.
Entendería que abandonasen la lectura a mitad de camino.
Al fin y al cabo, tal vez sea demasiado pesado y eso.
Pero, si alguien ha llegado hasta aquí, solo diré una cosa:
Sigue caminando, aunque no veas el camino.
Camina, aunque te duelan los pies, aunque no sientas las piernas.
Camina, arrástrate si es preciso. Pero nunca, nunca dejes de caminar.
Un pequeño trozo de mi historia, un pequeño retazo de mi alma.
Aún recuerdo, grabado en mi mente y en mi alma, aquella noche.
Si me concentro, todavía puedo sentir aquel dolor tan inmenso.
Fue el principio del fin, y el inicio de algo nuevo.
Todavía puedo recordar la noche que morí y renací.
En aquella época, la vida me había dado muchos, muchos palos. Uno tras otro, sin descanso.
Recuerdo las palabras de mi amigo, todavía resuenan en mi mente: "me preocupas. Creo que estás a una desgracia de perder la cabeza".
Y ocurrieron más desgracias, pero conservé mi cabeza durante unos años más.
Pero, aquella noche...
Hacía poco que había muerto mi abuelo, una de las personas a las que más he querido y querré en esta vida.
Para colmo, estaba atravesando una época dura en todos los ámbitos.
A día de hoy lo recuerdo, y no sé cómo diablos aguanté tantas cosas.
Y entonces, llegó aquella noche...
No entraré en muchos detalles, pero viví una situación crítica.
Y tuve que elegir.
¿Terminaría con todo de una vez por todas? O... ¿Cambiaría mi vida para siempre?
Estoy escribiendo esto, así que, la decisión que tomé es obvia.
Si soy sincero, no sé cómo pude salir de aquello. Recuerdo esa época un tanto borrosa. El dolor era de tal magnitud, que ni siquiera podía sentir otra cosa.
Solo dolor.
No mentiré, no fue la primera vez que pasé por un momento crítico como aquel, pero sí fue el decisivo.
A decir verdad, los primeros 23 años de mi vida se pueden resumir en eso: dolor.
He sentido tanto dolor que pensé que iba a volverme loco. Sentí que mi cuerpo estallaría en cualquier momento.
He sentido tanto dolor que pensé que moriría.
Entonces comencé a cambiar mi vida, poco a poco.
Destruí mis cimientos, me destruí a mí mismo.
Debía hacerlo, debía comenzar a construirme desde una nueva base.
¡Debía morir para renacer!
Y así lo hice.
Me costó... Los Dioses saben que me costó.
Pero lo hice, salí de aquel pozo en el que me encontraba.
Muchas, muchísimas veces pensé que no iba a logarlo. Pensé que estaba destinado a caer, y que, entonces, mi vida llegaría a su fin.
Lo aposté todo.
Me dije a mí mismo "Jackod, o das este salto, o terminas con todo. Pero no puedes quedarte quieto. No puedes perder más tiempo."
Y salté.
Una, dos, tres veces.
Me caí, me partí las piernas, me partí los dientes. Pero me volví a levantar.
Una, dos, tres veces.
Y poco a poco todo cambió. Todo mejoró.
Me empecé a sentir mejor conmigo mismo, y empecé a ver la vida de otro color.
Sí, seguía estando triste, seguía teniendo a la oscuridad en lo más hondo de mi ser.
Pero, por primera vez en toda mi vida, vi la luz.
Fue ahí cuando supe que esta existe, que está ahí.
Aquella noche todo cambió.
Pero entonces, la Oscuridad volvió a mí.
Logré alcanzar todos los objetivos que me propuse.
Y me di cuenta de que, en realidad, seguía perdido.
Todo el esfuerzo que había realizado aquellos años, desde aquella noche, empezaban a caer por su propio peso.
¿De qué me servía todo, si yo me seguía sintiendo miserable?
¡¿Para qué iba a esforzarme, si todo volvía a ser oscuro y frío?!
Y volví a retomar un mal hábito.
Y volví a comenzar a arrastrar conmigo a quienes me querían.
Pero no podía seguir así. No otra vez.
Comencé a luchar de nuevo, ni siquiera sabía contra qué luchaba.
Solo sabía que era una guerra que llevaba más de dos décadas activa, y que no me daría por vencido.
¡Si había llegado hasta ahí, nada me detendría!
Saqué fuerzas, no sé de dónde, y seguí adelante.
Y volví a caer. Una, dos, tres veces.
Pero, ¿adivináis? Sí.
Entonces llegaron los peores años de mi vida.
Años en los que, sin duda, estuve a punto de tirar la toalla más de una vez.
Pero no lo hice, continué luchando.
Contra todo, contra mí mismo.
Para aquel entonces, ya me refugiaba en la escritura para mantener mi cordura.
Era la única forma que tenía para no volverme loco, para mantenerme firme en este mundo.
Desde entonces, solo paré de escribir durante un periodo de tiempo del que no viene al caso hablar.
La cosa e que continué luchando.
Rompí con todo.
Siempre adelante, siempre caminando.
Hoy miro con cierta melancolía al pasado.
Me entristece recordar según qué cosas, y de otras, me avergüenzo.
Pero, todo lo que hice, absolutamente todo, fue para poder seguir caminando.
Ahora mismo, me encuentro en otra etapa muy oscura de mi vida, en la que, por mucho que me disguste, me va a costar bastante salir.
El dolor vuelve a estar aquí, en realidad, nunca se ha ido.
Pero yo sigo adelante, siempre, pase lo que pase.
Sí, lo admito, he pensado en tirar la toalla muchas, muchísimas veces.
Incluso he estado a punto de ello. Demasiado cerca.
Y aquí sigo, pese a todo.
Caminando, sin rumbo, sin mapa.
Simplemente, caminando.
Me acabo de dar cuenta de por qué lo recuerdo tan bien.
Porque me encuentro en una situación similar.
En la misma casa.
Con los mismos hábitos.
Con los mismos miedos.
Pero... ¡Yo no soy el mismo!
Y por ello, lucharé.
Seguiré caminando, por duro que sea el camino.
Caminaré, aun cuando no sienta las piernas.
Me arrastraré si es preciso.
Pero seguiré luchando.
No sé si alguien habrá llegado hasta aquí.
Entendería que abandonasen la lectura a mitad de camino.
Al fin y al cabo, tal vez sea demasiado pesado y eso.
Pero, si alguien ha llegado hasta aquí, solo diré una cosa:
Sigue caminando, aunque no veas el camino.
Camina, aunque te duelan los pies, aunque no sientas las piernas.
Camina, arrástrate si es preciso. Pero nunca, nunca dejes de caminar.
A Desdibuja, Juan1980, nico27, Okami y a Anakin les gusta esta publicaciòn
Re: Renacimiento
Morir para renacer, podrias poner un paso a paso? tipo mueble de ikea
Esto me ha recordado a la historia de una chica que se intento ir de la tierra y quedo paraplejica pero decia que sentia que habia "renacido" muy curioso.
Matizaria lo de caminar, como "no aislarse" por que eso puede ser letal.
Esto me ha recordado a la historia de una chica que se intento ir de la tierra y quedo paraplejica pero decia que sentia que habia "renacido" muy curioso.
Matizaria lo de caminar, como "no aislarse" por que eso puede ser letal.
Invitado- Invitado
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